A
lo largo del rostro de Violeta se ven proyectadas las diferentes situaciones
cotidianas que esta niña de once años se ve obligada a vivir. Cuando el eje
sobre el que gira el día a día es la angustia y el temor a los malos tratos
físicos y psicológicos que recibe su madre a manos de un marido alcohólico y
frustrado, la visión de las cosas adquiere un realismo tal que ni siquiera
Violeta adivina.