Aunque a alguno le pueda sonar extraño, los chistecitos que escribimos en Twitter son dignos de estudio. No porque sean obras maestras de microliteratura o una genialidad humorística (que no lo son) sino porque hablamos raro.
De hecho, estudiar el lenguaje que se usa en esta red social, "permite documentar cosas que sólo ocurren en el lenguaje oral, al que es más difícil acceder”, además de tomar nota de "una serie de creaciones nuevas, como holi y besis, muy interesantes, ya que Twitter es una gran conversación entre gente que no se conoce”. Estos recursos ayudan a “jugar con el lenguaje y crear una familiaridad” que de otro modo sería difícil que existiera.